4/7/09

Escribiendo al vacío...

En ocasiones es difícil encontrar algún tema interesante sobre el cual fundamentar un escrito, tal cual me ha sucedido con este (tal vez no lo encontré). Apostaría a que a más de uno le costará pensar algo para luego traducirlo a letras (o por lo menos lo espero así, no quisiera ser el único con tan terrible defecto). Tal vez, esa incapacidad sucede por temor a no inspirarse en una idea suficientemente creativa, por tratar de no copiar otro estilo o temática. ¡Existe tanto por escribir, tanto por explorar, escudriñar, imaginar, sentir y comunicar, y es tan patéticamente limitada la mente humana para reproducirlo y, aun así, tan ingeniosa para intentarlo lo mejor posible! Escribir responde a la necesidad por transmitir información de forma más palpable, duradera y concreta, evitando confusiones y malformaciones del mensaje por medio de tradiciones y ejercicios verbales. Comunicar es aquí el objetivo principal, la gente escribe para comunicarse, o al menos para comunicar cuanto piensan, sin necesariamente tomar en cuenta quién será el lector final (este último, desconocedor de la motivación, el estado anímico, y la experiencia vivida por el escritor).

Haciendo una conclusión atrevida y acelerada, podemos decir que el escritor confía en que su escrito será leído, sus ideas serán tomadas por alguien más, las asimilará y las traspasará a su tal vez vasta amalgama de conocimientos. El proceso comunicativo inicia con la escritura, se desarrolla con la publicación, y termina exitosamente con la lectura del texto (quiero aclarar que el éxito de la comunicación se establece con la recepción del mensaje, la forma en la que se procesa esto último es totalmente independiente, pero otorgante de plusvalía, de lo primero). Así es como los famosos literatos de la Historia han alcanzado el reconocimiento: Si Cervantes hubiese dejado los originales de su obra en la gaveta de su escritorio, posiblemente sería otro individuo totalmente anónimo para el mundo, una tumba más bajo tierra, otro número en la estadística (viéndolo de la forma más superficial, por supuesto). Escribir consciente de que el cuento, novela, ensayo, poema, artículo, verso o una simple palabra será leída por alguien más es motivador para cualquiera. ¿Y si nadie lo lee? O más crítico aun, ¿si no se escribe para que alguien lo lea?

En ocasiones es difícil encontrar algún tema interesante por temor a que el texto no sea aceptado, sea ridiculizado, escatimado, desprestigiado y hasta ignorado por quien tiene la oportunidad de tenerlo en frente. Escribir para que alguien más lo lea puede ser complicado, hay que satisfacer los gustos y necesidades literarios de un tercero, todo un reto. Escribir para nadie más que para uno mismo (escribir al vacío, es un calificativo más apropiado) suele ser más sencillo, aunque se escriba de cualquier cosa. No obstante, ese escrito puede resultar más transparente, más auténtico que otro creado para ser leído por alguien más.

Escribir al vacío permite que la creatividad (por más escasa que sea) se expanda y alcance niveles que antes eran restringidos por el fantasma de la aceptación de la idea. Escribir con la única limitante de lo que se desea escribir, es todo, no hay criterios aparte ni aplausos. Escribir cuanto desea, piensa o imagina, y dejarlo viajar por ese vacío. Un vacío que se va llenando de barcos piratas que encallan en una isla imaginaria, de trogloditas que comen con cuchillo y tenedor, de pensamientos que matan, de flores que nacen marchitas y mueren como polen, de dados de una cara, de un azar predecible. Un vacío que se va llenando de arena que va cayendo de los relojes, de gente pura y racional, de dioses impotentes, de notas musicales amorfas y desconocidas, de espacios donde la oscuridad es la presencia de ella (la ausencia de luz, es análogo). Un vacío que se llena de cuanto se desee, y vuelve a vaciarse para ser rellenado una y otra vez, hasta la eternidad de nuestra vida (¿así o más contradictorio?), sin importar que pueda dibujar en otra persona una sonrisa, una mueca o una blasfemia.

Lo más interesante de todo es que no siempre los escritos que se dejan al vacío se quedan en el olvido, en el desconocimiento, el anonimato. Y es allí donde uno verdaderamente se da cuenta si ese infundado temor al rechazo es verdadero o no. Es allí donde se pasa a ser una estadística, o a ser recordado vagamente, al menos. Es allí donde se descubre si esas ideas arrojadas al vacío chocan con otras ideas, o se quedan flotando en el infinito. Es allí donde uno se da cuenta si el tema que encontró era interesante o no para el lector...

2 comentarios:

  1. Un analisis muy interesante... Definitivamente escribir es todo un enigma; los temas, los escritos en si... Las opiniones que vendran a continuacion...

    Es una propuesta interesante para un estudio...

    Cuidate! Y sigue escribiendo siempre ;)

    Yopi!

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  2. ciertamente, tu esfuerzo por escribir algo con sentido y que llegue algu sitio tiene su eco , yo lo he leido... me ha complacido y comparto contigo tu idea en el vacio.

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